Nuestra boda

El día de la propuesta...

Brooke no estaba muy convencida de salir a cenar, pero insistí en que fuéramos, ya que había hecho una reserva especial. Al llegar al restaurante, descubrimos que la zona que había reservado no estaba disponible, así que nos reubicaron en otro lugar. Para nuestra sorpresa, el nuevo espacio era aún más íntimo y encantador.

La noche avanzó entre risas y conversaciones profundas. En un momento, me disculpé para ir al servicio, con el corazón latiendo rápido mientras sacaba la pequeña caja del anillo de mi saco. Nervioso, regresé a la mesa y, tras un beso lleno de cariño, tomé su mano y le propuse matrimonio. Brooke, con lágrimas en los ojos, me dijo que sí, y sellamos nuestro compromiso con otro beso.